Llega el Congreso Mundial de la Telefonía Móvil a Barcelona… y
los trabajadores de Telefónica vuelven a la carga e inician una nueva
huelga de hambre. Y es que a pesar de las promesas de creación de empleo
e impacto económico positivo del evento, la realidad es bien distinta.
Abusos laborales, precariedad, despidos improcedentes, subcontratas… es
la práctica cotidiana de las empresas que encabezan el sector.
Telefónica, que presentó beneficios millonarios en febrero del 2011,
anunció, pocos meses después, el recorte de un 20% de su plantilla en
los próximos tres años debido a la crisis. La “crisis” que todo lo
justifica. O Vodafone que comunicó, en enero, un ERE para 900 de sus
trabajadores, el 21% de la plantilla, debido, por supuesto, a la crisis,
mientras aumenta la subcontratación de sus actividades.
Los doce trabajadores de Telefónica
que desde este sábado están en huelga de hambre, en la sede del comité
de empresa en Barcelona, exigen la readmisión de su compañero Marcos
Andrés Armenteros, despedido por bajas médicas justificadas dos años
atrás. A pesar de haber ganado un primer juicio donde se declaró dicho
despido nulo y de un segundo, después de que Telefónica apelara, que lo
declaró improcedente, la empresa no ha vuelto a admitir al trabajador.
Desde entonces, han sido dos años de lucha sin tregua por parte de los
sindicatos Cobas y EnConstrucció y la Plataforma Sí Soy rentable.
Telefónica consideró que Marcos Andrés Armenteros “no era rentable” y
lo despidió, pero, visto lo visto, la empresa no aplica siempre los
mismos criterios. Sus altos directivos cobran 103 veces más que sus
trabajadores medios, sus ejecutivos se encuentran entre los mejor
pagados del Estado y ha tenido en nómina, entre otros, a personajes de
la talla de Iñaki Urdangarín, remunerado con 1,5 millones de euros
anuales, y ahora, su último fichaje, Rodrigo Rato, considerado por la
revista Business Week el peor directivo español del año, eso sí… en los
90 como ministro de economía privatizó Telefónica. Está claro lo que
Telefónica entiende por rentabilidad.
La huelga de hambre, que hoy llega a su tercer día, viene precedida
de una primera, en noviembre del año pasado, que llevaron a cabo cinco
trabajadores en el transcurso de 23 largos días. Una acción que tuvo un
fuerte impacto social, que recabó miles de apoyos, con acciones en la
calle, flashmobs, Trending Topic (TT) en twitter… y que logró,
finalmente, romper el cerco mediático. No en vano Telefónica es uno de
los mayores inversores publicitarios en el Estado español.
Afortunadamente, aún tenemos un sindicalismo combativo, que lucha y
que no claudica. Un sindicalismo tan leal a los de abajo como la
patronal lo es a los de arriba. Una práctica sindical imprescindible
para el cambio social, que aprende de lo nuevo, que crea alianzas y teje
solidaridades más allá de la empresa, a la vez que rechaza la
concertación y el “pacto social” que sólo beneficia a los mismos de
siempre.
Hace unos meses en un acto multitudinario, durante la primera huelga
de hambre de los trabajadores de Telefónica, la monja benedictina Teresa
Forcades, siempre al lado de los que luchan, concluyó su intervención
con las siguientes palabras: “Bienaventurados los que tienen hambre y
sed de ser justos”. Un hambre de justicia que hoy los trabajadores de
Telefónica reclaman.
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