Telefónica gana la batalla y consolida el despido de Marcos
En mayo del 2014 la Plataforma Marcos Readmisión publicó un comunicado anunciando el fin de la batalla por la readmisión de nuestro compañero despedido por Telefónica por bajas médicas justificadas aplicando el artículo 52 d) de la reforma laboral de Zapatero. Cerrábamos así una lucha de más de tres años que tuvo su momento más intenso en la huelga de hambre de 21 días que llevaron a cabo Marcos y cuatro de nuestros compañeros.
Titulábamos el comunicado “Un capítulo se cierra, la lucha continúa” no de forma gratuita. Marcos necesitaba rehacer su vida tras más de tres años de dedicarse exclusivamente a mantener el pulso contra la dirección de Telefónica. Sin embargo, Marcos nunca estuvo solo en ese pulso y su despido, por supuesto, era una más de las incontables sangrantes injusticias que se viven en el seno de la poderosa multinacional.
El despido de Marcos en febrero de 2011, pocos meses antes del estallido del 15M, canalizó la indignación de los y las trabajadoras de Telefónica. La lucha por su readmisión desencadenó un movimiento que consiguió generar esa tan deseada unidad de acción entre las diferentes fuerzas sindicales alternativas; llevó a mucha más gente a hacer activismo en el seno de la empresa, provocó la aparición en escena de Sí, soy Rentable, un grupo de activistas que introdujeron nuevas y creativas formas de movilización. No era una lucha nueva, sino el hilo del sindicalismo combativo contra la destrucción de empleo, pero y consiguió que se reinventasen las formas tradicionales de movilización laboral.
El despido de Marcos por bajas médicas justificadas era una dimensión más de la estrategia global de Telefónica para sustituir empleo digno, conseguido mediante la lucha sindical, por una espiral de empleo precario mediante la subcontratación.
La relación del despido de Marcos con la destrucción de 50.000 puestos de trabajo digno
El despido de Marcos se produjo justo antes de la negociación de un convenio en el que Telefónica quería que la mayoría sindical firmase un nuevo ERE para extinguir más de 6.000 puestos de trabajo digno, que se sumarían a los más de 40.000 puestos de trabajo dignos destruidos en los ERE anteriores. Es necesario explicar aquí que los ERE en Telefónica han sido hasta la fecha prejubilaciones voluntarias a los 52 años de edad con aproximadamente el 70% de salario.
Decenas de miles de compañeros y compañeras han decidido acogerse a esas prejubilaciones, motivados por las buenas condiciones de las prejubilaciones y también por la incertidumbre ante su futuro en una Telefónica cada vez más agresiva con el empleo y que ya hace demasiados años que muestra a la plantilla sus dientes neoliberales. Unos despidos por bajas médicas justificadas antes de la negociación del convenio, eran muy útiles a la dirección para acrecentar esa incertidumbre, infundían miedo y abonaban el terreno para que la plantilla viera de buen grado que los sindicatos mayoritarios firmasen ese nuevo programa de destrucción de empleo.
Y mientras la empresa conseguía, con ayuda de la mayoría sindical que 50.000 personas les entregaran su puesto de trabajo, ¿qué ocurría con los trabajos que dejaban libres? Apenas nadie en Telefónica pensaba en eso. La versión que da la empresa constantemente es que las nuevas tecnologías hacen que cada vez se necesiten menos trabajadores. El argumento se enmarca en el discurso fuertemente antilaboral del “fin del trabajo” en la sociedad de la información, según el cual los aumentos de productividad producidos por la innovacion tecnológica harán desterrar la necesidad de mano de obra y con ella la clase obrera. Una falacia que choca violentamente con la realidad, Telefónica ha destruido unos 50.000 puestos de trabajo dignos pero desde su privatización ha aumentado de forma exponencial la contratación de empleo precario, mediante el uso de mano de obra subcontratada.
Titulábamos el comunicado “Un capítulo se cierra, la lucha continúa” no de forma gratuita. Marcos necesitaba rehacer su vida tras más de tres años de dedicarse exclusivamente a mantener el pulso contra la dirección de Telefónica. Sin embargo, Marcos nunca estuvo solo en ese pulso y su despido, por supuesto, era una más de las incontables sangrantes injusticias que se viven en el seno de la poderosa multinacional.
El despido de Marcos en febrero de 2011, pocos meses antes del estallido del 15M, canalizó la indignación de los y las trabajadoras de Telefónica. La lucha por su readmisión desencadenó un movimiento que consiguió generar esa tan deseada unidad de acción entre las diferentes fuerzas sindicales alternativas; llevó a mucha más gente a hacer activismo en el seno de la empresa, provocó la aparición en escena de Sí, soy Rentable, un grupo de activistas que introdujeron nuevas y creativas formas de movilización. No era una lucha nueva, sino el hilo del sindicalismo combativo contra la destrucción de empleo, pero y consiguió que se reinventasen las formas tradicionales de movilización laboral.
El despido de Marcos por bajas médicas justificadas era una dimensión más de la estrategia global de Telefónica para sustituir empleo digno, conseguido mediante la lucha sindical, por una espiral de empleo precario mediante la subcontratación.
La relación del despido de Marcos con la destrucción de 50.000 puestos de trabajo digno
El despido de Marcos se produjo justo antes de la negociación de un convenio en el que Telefónica quería que la mayoría sindical firmase un nuevo ERE para extinguir más de 6.000 puestos de trabajo digno, que se sumarían a los más de 40.000 puestos de trabajo dignos destruidos en los ERE anteriores. Es necesario explicar aquí que los ERE en Telefónica han sido hasta la fecha prejubilaciones voluntarias a los 52 años de edad con aproximadamente el 70% de salario.
Decenas de miles de compañeros y compañeras han decidido acogerse a esas prejubilaciones, motivados por las buenas condiciones de las prejubilaciones y también por la incertidumbre ante su futuro en una Telefónica cada vez más agresiva con el empleo y que ya hace demasiados años que muestra a la plantilla sus dientes neoliberales. Unos despidos por bajas médicas justificadas antes de la negociación del convenio, eran muy útiles a la dirección para acrecentar esa incertidumbre, infundían miedo y abonaban el terreno para que la plantilla viera de buen grado que los sindicatos mayoritarios firmasen ese nuevo programa de destrucción de empleo.
Y mientras la empresa conseguía, con ayuda de la mayoría sindical que 50.000 personas les entregaran su puesto de trabajo, ¿qué ocurría con los trabajos que dejaban libres? Apenas nadie en Telefónica pensaba en eso. La versión que da la empresa constantemente es que las nuevas tecnologías hacen que cada vez se necesiten menos trabajadores. El argumento se enmarca en el discurso fuertemente antilaboral del “fin del trabajo” en la sociedad de la información, según el cual los aumentos de productividad producidos por la innovacion tecnológica harán desterrar la necesidad de mano de obra y con ella la clase obrera. Una falacia que choca violentamente con la realidad, Telefónica ha destruido unos 50.000 puestos de trabajo dignos pero desde su privatización ha aumentado de forma exponencial la contratación de empleo precario, mediante el uso de mano de obra subcontratada.
Subcontratar para quebrar el poder de la acción colectiva
Se calcula, a la baja, que sólo en el estado español hay más de 100.000 trabajadores y trabajadoras subcontratadas, que trabajan única y exclusivamente para Telefónica de forma estable. Si nos fiamos de esas cifras, por cada trabajador en plantilla, Telefónica dispone de un mínimo de cinco trabajadores subcontratados. Trabajadores y trabajadoras que hacen el mismo trabajo, a veces en las mismas centrales pero que tienen condiciones laborales diferentes, están contratadas por empresas diferentes y lo que es más peligroso para la defensa colectiva de nuestros derechos, están convencidas de que trabajan para empresas diferentes.
De entre los muchos argumentos que las empresas utilizan para justificar la subcontratación, quizá el más utilizado sea el de la reducción de costes y la flexibilización de la mano de obra. Con este argumento suelen conseguir el consentimiento de plantillas y fuerzas sindicales corporativistas que renuncian a la ampliación de plantilla estable en aras de la viabilidad de la empresa. Sin embargo, raramente se habla del verdadero argumento de peso que lleva a las grandes empresas a subcontratar el trabajo estable y que es debilitar el poder de acción colectiva de los y las trabajadoras.
El principal interés de las empresas en subcontratar es incrementar la proporción de trabajadores no cubiertos por el convenio de empresa, lo cual debilita el poder de negociación de los sindicatos. Cuando los trabajadores cubiertos por el convenio son una minoría en el lugar de trabajo a causa de la subcontratación, cada vez será más difícil defender unas condiciones de trabajo dignas y la plantilla fija acabará en la misma situación que los trabajadores precarios. Cuando Telefónica tiene cinco trabajadores subcontratados por cada trabajador en plantilla, la herramienta de lucha más efectiva del movimiento obrero, la huelga, se vuelve inofensiva. Y se vuelve inofensiva no solo en Telefónica, sino en todas y cada una de las diferentes contratas que proveen de personal a Telefónica y que pretendan defender sus condiciones organizándose por separado.
De entre los muchos argumentos que las empresas utilizan para justificar la subcontratación, quizá el más utilizado sea el de la reducción de costes y la flexibilización de la mano de obra. Con este argumento suelen conseguir el consentimiento de plantillas y fuerzas sindicales corporativistas que renuncian a la ampliación de plantilla estable en aras de la viabilidad de la empresa. Sin embargo, raramente se habla del verdadero argumento de peso que lleva a las grandes empresas a subcontratar el trabajo estable y que es debilitar el poder de acción colectiva de los y las trabajadoras.
El principal interés de las empresas en subcontratar es incrementar la proporción de trabajadores no cubiertos por el convenio de empresa, lo cual debilita el poder de negociación de los sindicatos. Cuando los trabajadores cubiertos por el convenio son una minoría en el lugar de trabajo a causa de la subcontratación, cada vez será más difícil defender unas condiciones de trabajo dignas y la plantilla fija acabará en la misma situación que los trabajadores precarios. Cuando Telefónica tiene cinco trabajadores subcontratados por cada trabajador en plantilla, la herramienta de lucha más efectiva del movimiento obrero, la huelga, se vuelve inofensiva. Y se vuelve inofensiva no solo en Telefónica, sino en todas y cada una de las diferentes contratas que proveen de personal a Telefónica y que pretendan defender sus condiciones organizándose por separado.
TeleAfonica somos todos y todas
Desde antes del despido de Marcos, un grupo de delegados y delegadas de diferentes fuerzas sindicales sí había identificado la estrategia de la empresa de subcontratar para dividir y apostando por la unidad de acción de todo el personal subcontratado o en plantilla de Telefónica, se organizaron en una asamblea que llamaron 2007 teleAfonica. Tras casi una década luchando por la mejora de las condiciones en las contratas de Telefónica con el lema «A igual trabajo, igual salario» en teleAfonica hemos por fin consensuado un cambio de orientación y hemos asumido un nuevo objetivo estratégico. Comprendemos que para luchar juntas, tenemos que tener objetivos comunes y vemos que el objetivo común de personal de plantilla y subcontratado es que aumente la plantilla fija protegida por el convenio de Telefónica con el personal subcontratado, igual que hicimos, con éxito, en los 90 para que el personal eventual fuera incorporado en la plantilla fija.
Muchas de las personas que participamos en la asamblea Marcos Readmisión, cuyo canal de difusión en twitter era @hhtelefonica, participamos también de este proyecto más amplio que es teleAfonica y queremos dar continuidad y voz a la lucha que ahora se aviva. Por eso, hemos decidido fusionar @hhteleafonica con la cuenta de @teleAfonica. Queríamos contaros por qué y este es el motivo de este comunicado. En unos días veréis que hemos cambiado de nombre, pero somos las mismas, somos todas.
Muchas de las personas que participamos en la asamblea Marcos Readmisión, cuyo canal de difusión en twitter era @hhtelefonica, participamos también de este proyecto más amplio que es teleAfonica y queremos dar continuidad y voz a la lucha que ahora se aviva. Por eso, hemos decidido fusionar @hhteleafonica con la cuenta de @teleAfonica. Queríamos contaros por qué y este es el motivo de este comunicado. En unos días veréis que hemos cambiado de nombre, pero somos las mismas, somos todas.